viernes, 20 de septiembre de 2013

Hola gentecilla!! Cuánto tiempo!! Sigo sin encontrar la libreta de las cantidades, pero no os preocupéis, algún día la encontraré!!
Bueno a lo que íbamos, hoy os traigo algo diferente a lo habitual, es una historia pero erótica, a decir verdad, es mi primer relato erótico, por lo que le faltan muchas cosas. Yo misma reconozco mis errores y es que me he centrado demasiado en intentar transmitir ese amor y esa pasión que viven los protagonistas y no tanto en describir y ambientar la historia y también es algo corta (vamos que sólo me centré en describir la escena de sexo y no tomé en cuenta lo demás) así que para la próxima ya lo sé. Espero que a pesar de esos defectos os guste y os llegué a excitar algo (al fin y al cabo, ese es el fin de este tipo de relatos).

Advertencia: No apto para menores de 18 años por alto contenido sexual, si sigues leyendo será bajo tu propia responsabilidad. Mi función era avisar de lo que se puede encontrar y ya la he cumplido =).


Relato erótico.


En un día soleado, una pareja de amantes se encontraba tumbada en la cálida arena de una playa con cristalinas aguas.

Ambos se estaban besando frenéticamente, con pasión, intentando devorarse el uno al otro. El hombre pasó la mano por el cierre del vaporoso vestido rosa que cubría a su compañera descubriendo tras él una cremosa piel pálida.

 El hombre observo extasiado la belleza de su compañera, el largo pelo rojo estaba esparcido entre la arena formando un abanico de fuego, los ojos verdes de su compañera se encontraban velados por el deseo, haciéndolos parecer más oscuros, sus mejillas sonrojadas y sus labios rojos e hinchados por la pasión de sus besos. Siguió recorriendo con la vista el delicado cuerpo femenino debajo del suyo. Frente a él se encontraban unos pechos llenos, en los cuales se erguían dos pezones duros, como lanzas, su vientre y pecho se movían agitados fruto de la falta de aire y el deseo, recorrió sus muslos con sus manos, sus partes íntimas estaban cubiertas por el más fino encaje. Su piel era tan suave que sintió la urgencia de desnudarse y poseerla ahí mismo.

Rápidamente se quitó la camisa blanca, los pantalones cortos marrones y los calzoncillos negros, descubriendo ante la vista de su amada su cuerpo bien trabajado y tostado por el sol. Su pecho era firme y duro, sus abdominales bien marcados y de poderosas piernas. 

La mujer paso sus delicadas manos por el cuerpo masculino, recorriéndolo lentamente. Subió sus manos a la cabeza y las metió dentro del pelo del hombre. Su cabello era sorprendentemente suave, le beso con un apasionado beso y luego tiró de él descubriendo su cuello. Le dio pequeños besos por el cuello intercalándolos con lamidos y mordiscos.

El hombre soltó un ronco sonido y en un arranque de pasión le arranco y rompió las bragas de encaje. Beso sus labios con pasión, mordiéndolos. Poco a poco fue bajando por el cuerpo femenino dejando un reguero de besos y marcas, llegó a los suaves senos de la mujer, con una mano le estimulo un pecho, con la boca el otro. Los gemidos de la mujer fueron poco a poco haciéndose más audibles cada vez. Con las manos abrió las piernas de su acompañante, fue pasándolas por la cara interior de sus suaves muslos hasta llegar a su humedad, introdujo sus dedos mientras el dedo gordo acariciaba el centro de su placer.

Los gemidos femeninos fueron oyéndose cada vez más hasta que tuvo la sensación de que una corriente eléctrica recorría su cuerpo y se abandonó a ella. Sin poder esperar más el hombre condujo su excitado miembro a la entrada. La calidez y la humedad de la mujer lo envolvió haciéndolo gruñir, poco a poco empezó el vaivén de caderas entre ambos, convirtiéndose en una sincronizada danza de amor y deseo mutuo. La salda agua del mar los envolvía pero eso no fue problema, pronto, ambos llegaron al tan ansiado clímax.

Minutos después ambos se vistieron y abrazados fueron caminando por la orilla de la playa, con una sonrisa en la cara y gran felicidad. Recordando ese momento en el que ambos se habían profesado su amor con el sol y el mar como únicos testigos.

 


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